En noviembre de 2019, en una visita de Canelo Alvarez y Eddy Reynoso a ESPN Deportes en Los Ángeles, el boxeador le confesó a David Faitelson que su primera fuente de información eran las redes sociales.
Empezando por Twitter, claro. Poco más de cuatro años después, las redes dejaron de ser su fuente de consulta. Peor que eso, ni siquiera las frecuenta y mantiene una relación distante. Seguramente a través de alguna de esas empresas que le manejan las cuentas a las grandes figuras.
Su interacción social se redujo a algún emoji y comentarios por razones importantes asociadas a su carrera ¿Sorpresa ante ese cambio? En absoluto, las razones para alejarse de la presión social están en la mera tapa del libro: su Carrera desbarrancó cuando perdió sin atenuantes contra Dmitry Bivol, se hundió cuando a contramano de su propio compromiso – de no pelear si no le ganaba a Bivol – inventó la trilogía con GGG.
Una pelea que resultó en una monumental tomadura de pelo. Sus peleas contra John Ryder primero y Jermell Charlo después fueron más de lo mismo y elegir a Jaime Munguia, evitando a David Benavidez fue la cereza sobre la torta. Un Munguia tan mexicano como la bandera y que representa lo contrario a lo que alguna vez afirmó Canelo: no pelearía contra mexicanos.
Si a esa mentira le sumamos la tozuda insistencia por pelear contra un enfermo Jermall Charlo, Canelo es por sí solo el único responsable del descalabro en las redes. Sus propios seguidores se decepcionaron y se transformaron en un coro permanente de reclamos, burlas, ofensas, críticas despiadadas y bromas de muy mal humor.
Aquel Canelo, que disfrutaba de los elogios casi religiosos de su comunidad de admiradores, se vio de pronto enfrentado a ese aluvión de ataques de sus detractores y sus ex seguidores, ni bien entraba a las aplicaciones en su teléfono celular.
Al final del día, debió imitar a tantas figuras públicas a quienes las redes se transformaron en sus peores enemigas. No obstante, en el caso de Canelo, debería revisar hasta donde el problema no sean las redes y sí lo sean los errores cometidos en la gestión de su carrera.